* Admiración sin enviar
(Por Rafael Jolie)

A Yavv

Descubro que mi saludo es más sincero. El suyo huele a pez muerto. Genera desagrado. En mí, desconfianza, inseguridad, aunque su carácter facundo pudiere convertirlo en líder de alguna compañía. Va en busca del éxito con sus ideales y lo admiro, pero lo ha enseñado sumiso, perezoso, como queriendo abarcar la vida sin contar con la muerte. Ahora está en medio del océano su balsa, y él, náufrago en casa. Siento la ausencia ser la vecina suerte quien golpea su espalda como pródromo innato al gehena inmutable de lo que resta de su vida. Quiere ser su propio jefe y yo el mío. Ser los pioneros de nuestro sistema. Líderes en el mercado empresarial. Son ideas. En él, vagas. Menciono vagas por su inestabilidad emocional, de actuante. Hace poco comenzó con la construcción de la fachada de lo que será nuestro imperio. Ha logrado levantar un edificio únicamente con ladrillos. No sabe cuántos necesita para terminarlo. Y cómo ha de saberlo si ni siquiera sabe cuántos animales de cada especie subió Moisés al arca o cuántos meses tienen veintiocho días. Pero lo admiro. Admiro su tenacidad para los negocios, más no apruebo los que lleva sentimentalmente. Ha permitido que ella vacíe el dinero de su caja registradora cada domingo. La odia. La ama. La besa, y a sus espaldas escupe los residuos que ella deja en su boca. La abraza y yo queriendo asfixiarla con uno de los míos. Él es prudente, pero no tanto, aún así lo admiro porque tiene deseos y la fuerza para seguir luchando.

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