* El sótano de la casa
(Por Lady_oscuridad)

Recientemente compré una casa a un tipo muy raro que parecía estar deseando deshacerse de ella. Lo único que me dijo fue que tuviera cuidado con el sótano, que en el ocurrían cosas extrañas. En ese momento no le di importancia, porque el hombre parecía que estaba loco y además apestaba a alcohol. Tuve que arreglar la casa por que estaba muy deteriorada por el tiempo. Mientras lo hacía me di cuenta de que las puertas y las paredes tenían marcas como de arañazos, como si alguien hubiera rajado las paredes con sus uñas. Tapé las marcas de las paredes y luego me fui a dormir. En mitad de la noche, unos gritos espantosos me despertaron. Los gritos parecían venir del sótano. Me levanté de la cama y me dirigí al sótano. Justo en el momento que habría la puerta del sótano los gritos cesaron, bajé muy despacio las escaleras y encendí la luz y me adentré en el sótano. Tuve una extraña sensación. Era como si algo me observase entre las sombras, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, mi corazón latía muy rápidamente y por mi nuca caía un sudor frío, miré hacia las paredes del sótano y vi que las marcas de los arañazos habían vuelto a aparecer, después de que yo las hubiese quitado. Fui hacia la chimenea y encontré unos periódicos que no se habían quemado del todo. Miré la fecha de los periódicos y me di cuenta de que tenían unos 30 años. En ellos, salía una noticia, que decía que se habían producido unos asesinatos en una casa a las afueras de Texas, al parecer un hombre normal y toda su familia habían sido asesinados, sin dejar rastro de sus cuerpos. Nunca encontraron los cuerpos, era como si la tierra se los hubiese tragado. En el periódico salían unas fotos de los sucesos y en ellas se veían en las paredes arañazos como los de mi casa, me di cuenta de que esos crímenes se habían producido en mi casa, por eso el vendedor estaba tan eufórico al venderla. Dejé los periódicos donde estaban y me fui a dormir....A la mañana siguiente, encontré todas las paredes escritas, en ellas decían:

"Ayudanos", "huye o él te matará". "Él te observa".

Era como si me estuvieran avisando, miré hacia el suelo y vi una especie de cruz que marcaba el suelo. Cogí un martillo y empecé aromper el suelo. Cuando ya llevaba unos cuantos metros toqué algo duro como una madera, seguí rompiendo hasta llegar a aquel objeto. Era un ataúd, poco a poco abrí la tapa, mis manos temblaban y mi corazón parecía que me iba a explotar, terminé de abrirlo y vi que dentro habían dos cuerpos, el de una mujer y el de su hija. Sus caras coincidían con las del periódico. Pero en el periódico decía que también había muerto un hombre, pero en el ataúd no había ningún hombre. Los cuerpos tenían unas marcas y unas ropas como las que se utilizan en rituales satánicos. Me puse muy nervioso e intenté salir de hay lo mas rápido posible. De repente algo me golpeó la cabeza y caí inconsciente al suelo. Mientras estaba inconsciente tuve un sueño. En el sueño salían la niña y su madre, eran las mismas del ataúd y me decían una y otra vez:

"Te habíamos avisado" "Te habiamos avisado" .........................................no paraban de repetir eso una y otra vez.

Al rato me desperté. Estaba todo oscuro, no podía ver nada, era como si estuviera en otro sitio. Estiré la mano y toqué una pared, yo estaba acostado boca arriba, ¡era un ataúd, estaba dentro de un ataúd! Estaba encerrada en un ataúd.Grité con todas mis fuerzas pidiendo ayuda pero era inútil nadie me oía. Arañé el ataúd con las uñas, me estaba destrozando las uñas con la madera, las astillas de la madera penetraban en mi piel como si nada, yo no sentía nada de lo nerviosa que estaba. Me puse a pensar quién o qué me había hecho esto. Solo alguien realmente malvado podía hacer algo así. Poco a poco, el ataúd iba perdiendo oxígeno, mis parpados se desvanecían y yo empezaba a caer en un sueño eterno.


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* La autopista fantasma
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RELATO DE UNA HISTORIA SORPRENDENTE SUCEDIDA EN EL TRAYECTO ENTRE BALTIMORE Y NUEVA YORK

La carretera principal que va de Baltimore a Nueva York, al llegar al kilómetro 12, se cruza con una importante autopista. Se trata de un cruce muy peligroso, y en muchas ocasiones se ha hablado de construir un paso subterráneo para evitar accidentes, aunque todavía no se ha hecho nada.

Un sábado por la noche, un prestigioso doctor neoyorkino -del que evitaremos reproducir su nombre-, regresaba a su casa después de asistir a una sala de fiestas country. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo, de fiesta, haciendo auto-stop. Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable.

- El asiento de delante está lleno de palos de golf y de paquetes -se disculpó-. Y a continuación le preguntó:

- Pero, ¿qué está haciendo una chica tan joven como tú, sola, a estas horas de la noche?

- La historia es demasiado larga para contarla ahora -dijo la chica-. Su voz era dulce y a la vez aguda, como el tintinear de los cascabeles de un trineo. - Por favor, lléveme a casa. Se lo explicaré todo allí. La dirección es North Charles Street, número XXXX. Espero que no esté muy lejos de su camino.

El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo:

- Ya hemos llegado.

Entonces se giró y vió que el asiento de atrás estaba vacío.

- ¿¡Qué demonios...!? -murmuró para sí el doctor-. La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido.

Llamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente.

- No sé como decirle, qué cosa más sorprendente acaba de suceder -empezó a decir el doctor-, una chica joven me dió esta dirección hace un momento. La traje en coche hasta aquí y...

- Sí, sí, lo sé -dijo el hombre con aire de cansancio-, esto mismo ha pasado otras veces, todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi hija. Murió hace dos años en un accidente automovilístico en ese mismo cruce donde usted la encontró...


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* El niño del cementerio
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UN GRUPO DE ADOLESCENTES SUFREN UNA EXTRAÑA APARICIÓN EN UN CEMENTERIO

Nunca había creído en los espíritus hasta que, hace un par de meses, fui por la noche con mis amigos al cementerio. Al llegar, nos pusimos a jugar al escondite y me tocó pagarla a mí.

Cuando acabé de contar escuché un ruido en la zona de los nichos más viejos y fui hacia allí esperando pillar a alguien. Pero no fue así. Al principio no veía nada, aunque poco a poco me fui acostumbrando a la oscuridad, y entonces le vi.

Era un crío pequeño que parecía estar muy triste. Yo me quede muy sorprendido. ¿Qué hacía ese crío allí? Antes de que pudiera decir algo, el crío se desvaneció en el aire. No me había asustado más en toda mi vida.

Casi nadie me creyó, pero yo estoy convencido de que aquello fue real. Lo peor fue, que pocos días después, buscando información, leí que veinticinco años antes, y esa misma noche, un niño había muerto en el cementerio en extrañas circunstancias.


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* La noche de los demonios
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Esta no sólo es una historia más de terror.

En si es un relato verdadero vivido, en si por personas comunes, como tú o como yo, que un día por suerte de este destino les sucedió algo que cambiaría sus vidas para siempre:

Eran las cinco de la tarde, en la vieja casona en la que estaba restaurando ya hace dos días, ya caía la noche.

Mis trabajadores y yo decidimos pasar la noche allí. En un cuarto entre palas y sacos de material improvisé una cama. A mi lado estaba Juan, uno de mis amigos y colaborador, al costado de él Fernando, mientras que Pedro preparaba la comida y Javier miraba nuestros diseños.

Tirado por el cansancio, empezaba a quedarme dormido cuando en el exterior del lugar donde me encontraba, se empezaron a oír pasos, cada vez se iban multiplicando, pensé que sólo era parte de mi imaginación.

En un susurro corto, con algo de temor escuché que Juan me decía:

– ¿Lo oyes? Responde, ¿lo oyes?

Sin abrir mis ojos respondí:

– Si, hay alguien en la sala principal.

Javier se levantó de pronto y tomando en una de sus manos una de las palas decidió bajar para ahuyentar a quien estuviera molestando, mientras que Juan tomaba una de la puertas de tabla y con mi ayuda la íbamos a colocar en la entrada.

Se me hizo raro que Pedro no se levantara a ayudarnos, pues parecía profundamente dormido.

- ¡¡¡¡¡ABRE ESA PUETA CARAJO!!!!! –Gritó Javier mientras se acercaba corriendo hacia la habitación.

Con la mirada perdida y ya sin aliento se tiró al piso boca arriba.

- ¡¡¡¡¡CIÉRRALA QUE ME SIGUEN!!!!!

- ¿QUIÉN? CARAJO, RESPONDE ¿QUIÉN TE SIGUE? –Decía Juan mientras tapiábamos la puerta con los sacos de material que teníamos en el cuarto.

Luego todo fue silencio, sólo miradas fijas en una sola persona, Pedro se encontraba suspendido en el aire con sus manos entre su garganta como intentando liberarse de alguien o algo que le estaba estrangulando, su desesperación se notaba en su rostro ya morado por la falta de oxígeno.

Dejé a Javier y me lancé sobre Pedro con el intento de tirarlo al suelo, mas con un fuerte golpe fui lanzado por los aires.

Fernando sacó su correa del pantalón y mientras gritaba:

– ¡¡¡¡¡SAL DE AQUÍ CABRÓN, HIJO DE…!!!!!

– Comenzó a azotar el cuerpo de Pedro, que repentinamente cayó al suelo. Y como si alguien huyera de la habitación, algo empujó a Javier que estaba en la entrada.....

Mientras yacía tirado en el suelo aún aturdido, escuchó como los ruidos se transformaban en pasos y a su vez estos se iban acercando más a la habitación. Adolorido por el golpe y lleno de temor por lo que había visto, decidí seguir atrancando la entrada, mas un olor nauseabundo empezaba a entrar desde el exterior de la habitación.

La puerta que en realidad era una tabla clavada a otras verticales, dejaban ver parte del corredor. Y por esas hendijas entraba aquel olor. Fernando atendía a Pedro. Juan, Javier y yo apilonábamos los últimos sacos sobre la puerta.

– POCCCC. –La puerta improvisada se estremece frente a nosotros y de entre las uniones de las tablas se ven un par de dedos, no garras, serían algo así una mezcla de las dos.

Entre tubos nos arrinconamos hacia un costado de la habitación. Mientras que los golpes en la puerta no dejaban de sonar uno tras otro más y más fuertes, estos mezclados con varios gritos del exterior de la habitación.

Estuvimos hacia algo más de una hora –aunque a mi parecer parecían mil-.

Empezó a cesar el ruido y mi curiosidad crecía aun más que mi temor soltando a Pedro que yacía en mis brazos, me dirigí a la puerta para ver a través de las hendijas.

Las imágenes que se presentaban, cambiaban mi forma de pensar, yo no creía en nada de ello pero allí estaban, demonios de varias formas castigando a hombres, condenados, atados por cadenas de cuellos, pies y manos, otros cercenados con sus heridas sangrando en vivo.

Horrorizados por ello regresé a mi lugar sin hablar, no por que quisiera, más porque no podía, esas imágenes me habían dejado mudo, sentí que sólo mis ojos se movían, más nada.

Los ruidos cesaron de poco en poco, más nuestro temor no.

Las primeras luces del alba entraban por las ventanas descubiertas de la vieja casona, y en mi ser no veía la hora de salir de allí. Con Pedro, cargado por Juan y Javier, salimos, cautos y sin imaginar nada de lo que encontraríamos.

En medio de la sala principal, una hoguera viviente había sido encendida, restos humanos aún humeantes habían sido el combustible utilizado en ella, y con sangre un gigantesco pentagrama lo rodeaba.

No indagué más, sólo salí, no volví. Ya de esto son algunos años pero no ha pasado por completo. Día tras día soy perseguido, no soy el único sino también quienes me acompañaban esa noche, sólo espero que esto termine.


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* La Dama de negro
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Veréis, todo empezó hace unos años en un lugar de la costa Gaditana exactamente en los caños de Meca Cadiz. Todos los años voy allí a pasar unos días de paz y sosiego. Una noche que estaba dando un paseo por la orilla del mar, como cada día, me pareció escuchar un lamento, miré y no vi nada. Me asusté y seguí mi paseo, aunque algo intranquila, ya que cada vez se oían más cerca los lamentos. Corrí como alma que lleva el diablo y me caí en la huída dándome un golpe en la frente con una roca. No sé si perdí el sentido, pero ví cómo una mujer se me acercaba y me miraba, yo tendida, y sin fuerzas para levantarme. Ella era tan hermosa que perdí todo el miedo y le pregunté qué quería de mí. Ella no decía nada, sólo me miraba con tan dulce rostro, pero ella se desvaneció con una bruma muy espesa. Yo casi sin poder moverme me fui a casa y no dije nada a nadie por si me tomaban por loca, o me dijeran que todo fue del mamporro en el tarro. No sé, la cuestión es que no dije nada.

Mi intranquilidad llegaba a mi cuerpo según venía la noche. No sé por qué, pero ese lamento me inquietaba a medida que la nocturnidad venía. Me fui con mucha excitación a pasear y cuando ya casi ni pensaba en la dama de negro, volví a sentir el lamento. Mis pelos se irisaron a tal velocidad que casi me quedé helada de frío, y del miedo no sabía decir qué tenía más. Me refugié detrás de una barca y de pronto... la ví detrás de mí. Mi corazón se aceleró a mil por hora y mi cabeza me decía que corriera, pero mis músculos estaban helados, no podía moverme. Ella me atravesó. Se metió dentro de mí y ví cómo lloraba. Estaba de pronto yo, en un puerto, viendo el horizonte, y el crepúsculo me acariciaba. Ví un barco alejarse y mis lágrimas me ahogaban de pena, pero ¿por qué? De pronto me ví otra vez en el resguardo de la barquisa y ella se alejaba de mi en una bruma y desapareció de mi vista. Me quedé paralizada un rato del miedo y volví a casa con tal terror que no salí en varios días de casa. Con mucha inquietud quería saber qué pasaba con la señora de negro, ¿por qué tantos lamentos? ¿Por qué ese barco en la lejanía? Pregunté a todos los pescadores de Barbate y Conil, y por supuesto a todos los vecinos de los caños, y nada, nadie saciaba mi curiosidad. Ya casi cuando me quedaban ya tres días de mi estancia allí, volví a mi paseo nocturno y cuando llegué al faro de Trafalgar, quien lo conozca sabrá que hay una cuesta muy grande antes de llegar y que está al lado de los campic, el caso es que la señora estaba allí ante mis ojos llorando. Me acerqué con mucho valor y le pregunté:

– ¿Qué le pasa señora, por qué llora?

Ella me miró y me dijo con una voz muy dulce:

– Espero a mi amado. Se marchó por fortuna y prometiéndome que volvería, y no vuelve. ¿Le has visto tú, mi dulce niña?

Esas palabras me llegaron al corazón. Le prometí que si lo veía le diría que volviera, y dándome las gracias desapareció en la misma bruma de otros días. De esto fue hace ya unos años, y varios años después descubrí por qué su amado no volvió. Las cosas del destino.

Una señora muy mayor me contó que su hijo se fue al extranjero por fortuna para casarse con una bonita muchacha, pero que su barco se hundió y no pudo cumplir su promesa de volver. Esa noche corrí al faro para contarle lo sucedido a la señora de negro y ya en el faro la ví en el mismo lugar de la última vez, en pie y con la vista al horizonte esperando. Le conté lo ocurrido y ella me miró, pero otra vez se me metió dentro de mi. Ví cómo una barcasa se acercaba al faro y una silueta me saludaba, era el amado que volvía a cumplir su promesa. Salió de mí y se alejó al mar en dirección a su amado. Era tan bello ver como se reunieron los dos, cogidos de la mano. Se disiparon en la bruma, y no antes de mirarme y darme las gracias, yo emocionada, me puse a llorar, pero no de pena, sino de alegría.

Sé que no morimos del todo, ahora sé que después de la muerte está la nueva vida con los seres queridos que un día nos dejaron. Ellos están hay, esperándonos, y yo espero mi hora para reunirme con mi amado.


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* La confesión de un vampiro
(Por Drakontos)

Parece una eternidad lo que llevo en éste mundo, y aún estaré durante mucho tiempo aquí...

En éste momento siento curiosidad por conocer la verdad sobre la existencia de otros como yo, por eso ésta es no solo la confesión de mi subsistencia, si no una llamada para sacar de las sombras a aquellos que comparten mi naturaleza, si es que existen.


No es una historia hermosa, es oscura y llena de sombras. En verdad ni siquiera es una historia, son sólo trazos de ella. Quizá en otra ocasión cuente más sobre mí a aquellos que quieran oírlo.

Sin más, he aquí mi relato, llamada, confesión...

Soy el eterno y humilde adorador de la oscuridad, porque me llamó y protegió cuando aún era un infante. Celebro el ocaso. Vago por los lugares ocultos al abrigo de las tinieblas, intentando rodearme de la soledad suficiente como para que tome sentido aquella que habita en mi, pero nunca es suficiente.

Mi alma es ahora piedra gris resquebrajada.

No recuerdo el día exacto de mi nacimiento como vampiro, pero rondaba los cuatro años. Tampoco recuerdo el nombre de mi hacedor. Lo que si sé con certeza es que mi completa transformación no es inmediata, como dice la ficción. En mi caso, fue un proceso que duró en torno a los doce años. No obstante, las características de mi naturaleza se hicieron patentes a los pocos meses: sentía un rechazo absoluto a la luz del sol, me volví taciturno y misántropo, y desde luego el alimento humano no sentía efecto en mi, aunque como descubrí en mi sufrimiento diario, incluso un vampiro recién nacido puede existir muchos años sin alimento.

Siendo tan joven ignoraba completamente las causas de mis repentinos cambios. La ciencia tampoco logró dar una explicación satisfactoria a mis síntomas. Tan sólo especulaciones nacidas de la ignorancia.

A pesar de no haber tenido un mentor que me enseñase a cazar, entorno a los quince años de edad humana el ansía era tal que, como movido por resortes, comencé a buscar presas con la sola orientación del instinto. Y tuve éxito, pero aún tenía que aprender a sacar toda la esencia de mis víctimas. En cualquier caso, mi aprendizaje es otra historia.

Desde entonces hasta hoy muchos han sido mis viajes. He visto el rostro de los que darán cuenta de mí cuándo termine mi existencia, he conocido a los vivos, y he conocido muchos tipos de criaturas no-muertas, algunas tan extrañas que se devoraban a si mismas hasta la extinción por pura debilidad. En cualquier caso, mis aventuras son otra historia. No he invertido muchos años humanos en mis viajes, empero son siglos para un vampiro como yo. Los vivos no aprecian la escala de tiempo en la que transcurre mi existencia. Aparentemente envejezco como ellos. Sólo las líneas de mis manos y en alguna ocasión mis ojos revelan mi auténtica edad, gracias a un buen alimento.

Ah! Si, mi alimento... Quizá ésta sea la verdad más distante de lo que acostumbra la ficción. Me nutro de la esencia de los vivos, de aquello que más necesitan para mantener su condición. Lo tomo especialmente de mujeres hermosas, quizá como tributo a lo que pueda quedar de humano en mí.

Disfrazo mi rostro con el maquillaje de la pasión humana, y de éste modo aceptan mi beso, pero es sólo un espejismo. Al poco quedan atrapadas por el adictivo proceso que puede durar días o incluso años. Es fascinante observar que no desean escapar de aquello que para la mayoría traerá la extinción de su condición humana.

Algún mordisco, si, pero sólo metafórico. Un guiño irónico a toda la superstición que rodea mi mundo.

En el momento que quedan vacías, de algún modo muero con su humanidad, pero sigo adelante con fuerzas renovadas.

Lo que ocurre con estas recién nacidas es otra historia.

A lo anterior se traduce mi vida vampírica. A caballo entre los caminos sinuosos de la noche solitaria y las encrucijadas de almas donde encuentro mi sustento.

Podría decir mucho más, pero es suficiente.


Relato tomado de www.drakontos.net
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